Agricultura
Obligados a enfrentar un entorno hostil, y la gran variabilidad climática que los sometía a frecuentes sequías, los mayas desarrollaron estrategias muy sofisticadas, y grandes obras de ingeniería para acumular agua, distribuyéndola a través de canales que aprovechaban las diferencias de la topografía.
Para disminuir los efectos de la sequía que se prolongaba durante ocho meses, los mayas elegían la proximidad de lagos naturales o cenotes para instalarse, como en Chichén Itzá.
Además del maíz cultivaban algodón, frijoles, calabazas, tubérculos y una especie de pita, apta para destilar pulque y extraer fibras textiles. El cacao es un producto originario de la región maya de Tabasco.
Desbrozaban los terrenos a través de la quema de las plantas silvestres, y luego sembraban con la ayuda de un palo puntiagudo que hacía las veces de azada o instrumento de arado. Este sistema produce agotamiento del suelo, de no utilizar fertilizantes. La parcela desmalezada y quemada necesita de seis a diez años para su recuperación.
Sin ser esclavos, los campesinos eran considerados “gente inferior” y rendían vasallaje a los señores de la nobleza. Al igual que cada casta contaban con sus propias deidades familiares, relacionadas con la actividad que desarrollaban. En su caso rendían culto a un dios de la agricultura.
La Sociedad de Castas y Linajes |
La sociedad maya se organizaba en clanes familiares cerrados. Cada clan estaba integrado por linajes de distinta jerarquía, según la distancia que los separaba del ancestro fundador, muchas veces impuesto a través de la violencia de ciertos grupos sobre otros.
El término ninja, o “casa grande”, designaba a los patrilinajes agrupados en torno a un gran señor. Servía para denominar al edificio principal donde residían los líderes de los clanes.
Los parientes directos del primogénito del fundador del clan ocupaban el lugar más alto en la pirámide social.
Los reyes divinos ocupaban la cúspide de la sociedad de castas, seguidos por los sacerdotes emparentados con ellos, los guerreros, los artesanos, los comerciantes, y los campesinos.
Al finalizar el Período Clásico, la sociedad se hizo cada vez más estratificada, y a diferencia del norte mexicano, las relaciones de parentesco se limitaron al interior de cada casta.
En 1566, el obispo de Mérida Fray Diego de Landa, describió la organización social maya en su Relación de las cosas de Yucatán.
Los almehenoobs se ubicaban en la cúspide. Su casta era integrada por la nobleza hereditaria que controlaba los principales cargos administrativos y militares. De cualquier forma, para acceder a los puestos tenían que ganárselos, mostrando méritos y aptitudes a través de un examen consistente en descifrar enigmas e interpretar expresiones figuradas denominadas “lenguaje de Zuyúa”.
Los candidatos que fracasaban tenían que estar dispuestos a morir. Para aspirar al poder había que saber interpretar palabras y escrituras. Como reza el libro del Chilam Balam, “Los jefes de aldea son apresados por la noche porque no han sabido comprender. ...Por eso son ahorcados y por eso les cortan las puntas de las lenguas y por eso les arrancan los ojos”.
Si el aspirante era elegido, era tatuado con pictogramas en la garganta, el pie, y la mano.
Al interior de los almehenoobs surgía el Halach uinic, “el verdadero hombre”, un intermediario entre los parientes superiores –considerados divinos–, y los parientes de los linajes inferiores.
El Halach uinic gobernaba con la ayuda de sus parientes directos, y su cargo era hereditario para asegurar la continuidad y la hegemonía de los linajes principales.
Los miembros de la nobleza, y parientes de segunda línea de los reyes, cumplían distintas funciones. Los bataboob se dedicaban a la percepción de tributos, la administración de justicia, el oficio de escribas, y oficiaban como sacerdotes.
Peldaños más abajo, siempre al interior de las clases superiores, una diversidad de funcionarios cumplía con distintas funciones. Los ah cuch caboob controlaban el trabajo de los campesinos y las castas inferiores. Los ah holpop eran delegados político-religiosos responsables de organizar las ceremonias y la custodia de los instrumentos musicales. Los tupiles eran oficiales reales y jefes administrativos. Tenían a su cargo imponer el orden al interior de las ciudades.
Tocados cefálicos compuestos de plumajes multicolores, joyas y máscaras de jade, tejidos suntuosos, formaban parte de los atributos para reforzar el poder de la en las ceremonias multitudinarias que saturaban el calendario sagrado.
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